viernes, 4 de julio de 2008

El delgado cuero rojo de los huaraches

Ayer se rompió la correa de su huarache y tuvo que seguir caminando cojeando con él, al llegar más tarde al lugar donde pasaría la noche, se dió cuenta que hacía tiempo que había dejado de sentirse en casa, necesitaba espacio, había que hacer arreglos, empezando por el calzado hasta llegar al corazón.

Ese músculo cardiaco estaba fallando, había entrado en un estado somnoliento, ya no latía intempestivamente ante la compañía como antes reaccionaba, una capa de hielo lo habia cubierto y poco a poco su norte se iba moviendo.

Los ojos se le habían cubierto de realidad, ya no se sorprendía... llegó el día que jamás imaginó, la fecha de caducidad de su enamoramiento.

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