domingo, 28 de octubre de 2007

Ocaso conocido

No había marcha atrás, eran ya unos completos desconocidos a pesar de haber compartido toda una vida juntos, parece ser que la razón que los llevó a enamorarse y desear no separarse nunca se había quedado justo en el lugar en que se conocieron, hoy era la cita, hoy se despedían, el amor daba espacio a los trámites burocráticos (quedaba claro una vez más que a ese estadio sentimental del ser humano le repudian los papeleos por lo cuál no asistiría como testigo a la conclusión de una historia que él había iniciado).

La miró irse después de firmar y mientras se alejaba pudo ver como el amor por ella se reavivava y cómo a cada centímetro de distancia iba recordando mil razones para estar con ella, cada micra de tiempo se daba cuenta como el polvo que la había opacado desde que iniciaron formalmente "una vida entre los dos" se iba quedando atrás y ella nuevamente se iba a reencontrar con su esencia, ella volvía a ser esa mujer independiente, autogestiva, espontánea, recobraba esa seguridad que la caracterizaba y la inyectaba de esa energia tan especial de la cuál él se había enamorado una vez, ella se libraba del polvo, toneladas de polvo que él mismo le había arrojado.

"Siempre destruimos lo que más amamos" (Oscar Wilde)

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