viernes, 1 de agosto de 2008

Agua Tratada

Salí a dar un paseo en bicicleta, el termómetro de la farmacia de la esquina marcaba 36°, llevaba media hora pedaleando y era necesario descansar, pasé por un camellón que tenía los aspersores activos para refrescar el pasto y me dejé seducir por la imagen.

En ese momento cerré los ojos y estaba en la Facultad de Periodismo, pude recordar a Karisma, ¿Dónde estará ahora?, reviví todas las tardes que pasabamos platicando entre clases, como me contaba sus visiones políticas del mundo y sus teorías de la conspiración universal, componíamos canciones y escribíamos letras de poemas absurdos dedicados a los cinturones y saleros; emprendíamos nuestras "campañas de orientación vocacional" para motivar a la gente a que estudiara otra cosa y todo parecía sencillo.

Un día me dijo: "¡No tienes calor?" mientras sus mieles ojos resplandecían, miré de cerca los aspersores que regaban los jardines de la facultad y no le dí tiempo de reaccionar, la tomé entre mis brazos y la llevé en medio de gritos y carcajadas a las improvisadas fuentes, nos mojamos y nos reíamos, eramos amigos y nada era complicado entonces.

Iniciamos un ritual que se repetía cada vez que estabamos cerca y algún aspersor nos rodeaba, algunas veces variaba, ella tomaba la iniciativa y emprendía una danza evitando el chorro y yo terminaba abrazándome a ella esperando ese momento en que ambos nos mojáramos, protegiéndome con su cuerpo de la "lluvia artificial".

Al final ella quedaba hecha una sopa y yo un poco salpicado, a veces yo me empapaba y ella sólo reía, el problema vino un día en que entramos a clase y me dijo: "que mal huele, no?", le respondí con mirada de asombro y un signo de interrogación en mi cara; me acerqué a ella como un niño cuando hace una travesura y le confesé al oído: "somos nosotros". Su cara fue inolvidable, una mezcla de diversión, bochorno y pánico, todo agolpado a la vez, solamente alcanzó a articular una pregunta: "¡¿era agua tratada?!"... y se hizo el silencio.

El tiempo ha pasado, yo estoy en otro continente, mi realidad es completamente distinta y no sé que sea de ese cuerpo ágil que albergaba una mentalidad muy aguda con ojos cautivadores, lo que sí se es que ahora entiendo lo que sintió ella al enterarse que el agua en la que mucho tiempo estuvo "disfrutando, refrescándose y dándole toques de magia a su realidad" en realidad era agua del drenaje sometida a los mínimos tratamientos depurativos para hacerla provechosa para las plantas, pero no para consumo humano... esa misma sensación es la que tengo yo en este momento cuando pienso en el sentimiento y la relación que he mantenido con quien duerme al lado mío todas las noches.

Al final parece ser que en esta vida todo son ilusiones.

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