Es sorprendente la forma en que la vida puede dar giros inesperados, en mi caso, (gracias a Dios) no fué tan dramático pero no deja de ser incómodo, la historia comienza así..... Es Miércoles, son las 2 de la tarde y me encuentro con un grupo de cuatas preparándome para comer en la terraza de un restaurante ubicado entre la calle de Enric Granados y París, a una calle de Av. Diagonal (algo similar a Insurgentes en México), comentamos cuestiones del Master, de los trabajos finales, mando un mensaje por mi celular y de repente, al querer guardar el teléfono en mi bolsa, me doy cuenta de que ha desaparecido (o mejor dicho, que un hijo de su reputísima madre se lo había llevado).
Como siempre, en este mundo tan egoísta y miope "nadie vio nada", un vecino de una mesa cercana comentó que en la mesa que estaba al lado de la de nosotros se había sentado un hombre corpulento de saco café y que estuvo dos minutos y se paró, corrí a tratar de encontrar un tipo con esas características y por supuesto ( no lo ví).
En ese momento empezó el peregrinar para levantar una denuncia, conseguir un cerrajero (que cobraba 700 euros por cambiar la chapa) para poder estar más tranquila ya que en mi bolsa estaban las llaves del piso y la dirección (chale!), cancelar las tarjetas de crédito, llorar a mares porque en mi cartera aparte de las identificaciones (que cuesta uno y la mitad del otro sacarlas en este país, o igual y es la misma dificultad para cualquier inmigrante en una tierra que no es la suya) tenía fotos de mi mamá, mi hermana, cartitas, etc.
El miedo, la impotencia y el coraje de pensar que alguien podría comenzar a utilizar mi tarjeta de crédito, mi credencial de la biblioteca, obtener descuentos con la tarjeta del súper y la farmacia... en pocas palabras, que alguien se haya tomado el atrevimiento de comenzar a vivir un poco de mi vida!!!!!, que miedo, que injusticia y que coraje!!!!!, lo único que me queda es esperar que ese hijo de perra haya tirado a la basura mis identificaciones y por azahares del destino lleguen nuevamente a mis manos, antes de empezar todo el papeleo engorroso para acreditar mi estancia legal en la Unión Europea.
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