...Y entonces apareciste en la escena con tu camisa a cuadros abierta por el calor, sentado al lado de mí, con tu respiración cansada que a pesar de ello no te impedía sonreírme y guiñarme el ojo.
Te siento aquí conmigo, sé que estás aquí en este momento y quiero que sepas que te quiero y te querré siempre, que no pierdo la esperanza de formar una familia para hablarles de tí y si Dios me concede la Gracia, llegar a ser una abuelita como tú y que cuando algún día me vaya, mi nieto(a) consentido(a) me diga al oído: "Te amo, vete en paz y gracias por todo lo que me enseñaste" y que eso sea lo último que escuche, acompañada de una oración que nace del corazón.
Gracias por hacer mío lo bueno que había en tí y que seguirá habiendo porque a toda la gente que conozco le hablo del abuelito más extraordinario que ha pisado la faz de la tierra: mi abuelito zapatón, Don Robert.
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