lunes, 29 de marzo de 2010

Si mañana se acaba el mundo...

Mañana entra en funciones el famoso y temido LHC (Large Hadron Collider), el experimento científico más grande, más caro y más ambicioso de la historia que tratará de recrear el Big Bang y encontrar la "Partícula de Dios".

Los pesimistas (que algunos llaman ignorantes) opinan que el mundo se va a acabar, si ese fuera el escenario, en menos de tres horas y media todo habrá valido queso así es que yq no puedo pensar que me hubiera gustado hacer, sólo puedo pensar en ¿qué me hubiera gustado decir?

Insondable: "We supposed meant to be one to each other, te lo perdiste por /&(/(%$, quien te manda a desaparecer de mi vida, ahora te jodes tú y me jodo yo".
DH: "Eres el hombre al que más he amado en mi vida".
GR: "Doy mi vida por tí".
Obsidiana: "Too much AST".
Ayuda Idónea: "Si hoy se acaba el mundo me gustaría estar contigo, en un piso, la playa, alguna estación del metro o en mi cuarto morado, el lugar es lo de menos, te abrazaría, olería y en la atmósfera de tu presencia sabría que todo está bien, que si el mundo se acaba dentro de unas horas tuve el privilegio de conocer, inventar, crear y recibir amor. Gracias por no perder la fé en encontrarnos tal y como yo no la perdí porque sabía que existías".

De 5 frases pendientes, creo que solo hay 2 que no he verbalizado, la primera porque no se dió el momento (¿los momentos se dan o los creamos?) y la segunda porque, si se acaba el mundo en unas horas... estaría poniéndole con tanta intensidad sabor a la existencia que las palabras estarían de más, mientras tanto, si sobrevivimos a mañana seguiré pensando que cada cosa que pasa en mi vida y cada paso me permitirá estár junto a esa persona que sé que desearía estar conmigo en la víspera del fin del mundo para verlo por internet.

Por cuerto, si quieren verlo (más allá de comentarios apocalípticos es un hito en el campo de la investigación, no se lo pierdan en: http://webcast.cern.ch/lhcfirstphysics/

Si mañana se acaba el mundo: ¿Qué dirías?

sábado, 13 de marzo de 2010

Besos sabor a vino

Pasaron 15 años desde que se conocieron, ninguno de los dos se olvidó, ambos tenían presente en su mente y corazón el recuerdo del mar y la miel, de las cartas, los recorridos, las pintas en paredes, los intentos por robar un beso y ese deseo reprimido de expresar físicamente lo que sentían.

Volvieron a verse y parecía que todo era posible, estar juntos, alcanzar los sueños y no separarse nunca más, todo parecía estar claro con el simple contacto de un cálido abrazo fundido en una calle perdida de Polanco.

El destino juega con los seres humanos, y mientras el abrazo representaba una cálida sensación de estar "a salvo y en casa", llegó el desequilibrante momento que rompió la armonía, el cuál paradójicamente ambos habían esperado desde hace tantos años: el beso.

Besarse fue desconectar del mundo y crear uno juntos, saborear cada minuto de espera durante esos 15 años y reemplazar con amor, pasión y ternura ocasional ese deseo añejado y latente en cada caricia de sus labios.

Él parecía entregado, le escuché decir: "...Tus besos saben a vino, producen el mismo efecto, me besas, lo disfruto pero justo cuando ha terminado es cuando apenas empieza esa sensación que nunca había experimentado, 15 segundos después percibo ese gusto a tí en mis labios que hace recorrer un escalofrío por toda mi piel...".

Ella volaba.

Cenaron juntos y él registro la mesa a nombre de ella como si fuera su esposa.

Ella volaba.

Se besaron, abrazaron e inventaron un momento.

Ella volaba.

Él le dijo que sus besos y caricias eran 500 veces mejor de lo que había imaginado.

Ella se enamoraba.

Hablaron del futuro, de hijos y de perros.

Ella ya no estaba en este plano de realidad.

Pasaron los días y él tenía que volver a su cotidianeidad itinerante y ella estaba dispuesta a esperar.

Ella le dijo que lo quería y que estaba feliz.

él respondió que estaba contento de haberla visto otra vez.

Ella compró la idea de estar juntos para siempre.

Él desapareció en el ópaco halo de misterio que lo rodeó siempre.

Ella vive hoy el duelo de una ilusión que agoniza y que los expertos recomiendan practicarle la eutanasia.

Sin embargo se empeña en que queda un poco de esperanza y no acepta el fatal desenlace de esa historia.

La razón no es bienvenida en la cosmovisión de una mujer que cedió el sentido común en pos del amor platónico más largo de su vida.

Pero tal vez los amores platónicos, para que duren, deben conservar esa esencia siempre, de lo contrario se vuelven reales y se rompen.

¿Cómo hacérselo entender a una mujer que decidió despegar los pies del suelo?

Tal vez cuando aterrice, pueda recuperarse de la resaca de unos besos de vino.