jueves, 28 de agosto de 2008

Desde la ventana

¿Qué se puede ver desde una ventana?

¡Cuantas cosas pueden mirarse!... El mar, la gente, oficinas, calles, niños, parques, hospitales, bosques, desiertos, plantas, palmeras, oasis, arrecifes, pirámides, animales, ríos, lagos, lagunas, selvas, monumentos, aeropuertos, barcos, aviones, castillos, sembradíos, terrazas, bibliotecas, fuentes, embarcaciones, tendederos, pájaros, estrellas, nubes, el sol, la luna, coches, camiones, trenes, árboles de navidad, amigos, amores, iglesias, templos, antenas, talleres mecánicos, el metro, trolebuses, tranvías, palacios, auditorios, juegos mecánicos, toboganes, albercas, pescadores, tianguis, mercados, festivales, desfiles, montañas, volcanes, arcoiris, la lluvia, etc.

Si tú lees esto, dedica unos minutos y piensa ¿qué es lo que ves tú? Desde donde yo estoy mucha gente diría que ve un pequeño hueco entre dos edificios, pero yo veo el cielo y las estrellas, veo también historias, muchas historias que pasan frente a mis ojos, en la calle, en la ventana de enfrente, en la puerta de al lado, en todo lo que mi espectro visual me permite apreciar gracias al bendito don de la vista que junto con el oído y la imaginación me permiten reflexionar y encontrar la inspiración escondida detrás de unas miradas, unos pasos, unas sombras y objetos cotidianos que me cuentan de donde vienen y todo lo que tienen que decir pero pocos les entienden.

¿Qué se ve desde tu ventana?

domingo, 24 de agosto de 2008

Nada se acaba hasta que se acaba

Hace unos días estaba viendo el resúmen de las competencias del día en Bejing y noté algo que me llamó la atención, se trataba de un partido de semifinal de balonmano femenil en el que competían Croasia y Corea, el partido iba empatado y en el último segundo Croasia anotó un tanto a favor que le permitió pasar a la siguiente eliminatoria.

¿Que reflexión me generó esta escena? me dejó más que claro que nunca hay que perder la Fé ni tirar la toalla por más mal que se vean las cosas ya que el premio al esfuerzo y la constancia tarde o temprano llega, en este caso, en el último segundo.

sábado, 16 de agosto de 2008

Razones por las que puede ser que el mundo no apeste tanto


Originalmente este blog lo inicié como un espacio de reflexión donde pudiera comentar noticias que nos dan pequeñas señales de que este mundo vale la pena, posteriormente han ido colándose otras historias de las que soy testigo que reclaman un espacio en este mundo tan bizarro e impersonal de la red.

Hace poco me enteré de algo que es un ejemplo de que hay gente decente, honesta y con buen corazón en el mundo, y que a pesar de la posición en la que la vida los ha colocado son un ejemplo para todos aquellos ciegos y estúpidos que se empeñan en no ver más allá de la punta de su nariz y rechazar todo aquello que es diferente a sí mismos.

Dom Amby Okonkwo, es un nigeriano de 44 años que vive en Sevilla, tiene un hijo de 5 años y lo mantiene vendiendo kleenex en las calles de la ciudad española, como es lógico suponer, seguramente Dom Amby llegó a la península ibérica en condiciones muy desventajosas, movido por la necesidad de asegurarle a su pequeño mejores condiciones de vida en un entorno "más seguro" que le permita tener más y mejores opciones en su proyecto de vida.

Pues bien, Don Amby saltó a la página de noticias porque hace unos días, mientras estaba vendiendo sus kleenex en la calle (a pesar de las condiciones climatológicas que marcaban 42°) se encontró una cartera tirada en la vía pública, dando un ejemplo de honradez, el buen Don tuvo la suficiente nobleza de buscar al policía más cercana y entregarla. La sorpresa vino cuando al abrir la cartera se dieron cuenta que tenía 2, 700 euros, un cheque por 870 y documentos personales y empresariales.

Entrevistaron a nuestro protagonista sobre la razón por la que devolvió la cartera (ya que mucha gente no lo habría hecho) y dijo: "Cuando me dijeron que la cartera que devolví tenía 2,700 euros pensé que era muchísimo dinero, pero el dinero no toca mi cabeza ni mi corazón, y gastar ese dinero me habría hecho feliz un momento, pero me habría hecho sufrir toda mi vida".

Al enterarse el dueño, en agradecimiento le dió 50 euros a Don Amby (ojalá le hubiera dado un trabajo seguro en su empresa), los cuáles dijo se gastaría con su hijo.

Esta es una muy buena cachetada con guante blanco para todos aquellos que se quejan de las personas de origen afroamericano y de todos los inmigrantes que llegan a los países europeos buscando una mejor opción de vida que se adecúe al mínimo respeto a los derechos fundamentales (obvio, existen las deshonrosas excepciones pero queda claro que la vileza humana es algo endémico de algunos seres humanos y carece de nacionalidad, desgraciadamente están en todo el mundo).
Lo que la gente que critica a los que en realidad se esfuerzan cada día (a costa de su mérito personal por vivir mejor) no sabe, es que ser inmigrante es algo digno de admiración, ya que aunque la mayoría, huye de la pobreza, la guerra y violaciones flagrantes de garantías individuales, el estar en otra nación "más desarrollada", en la mayor parte de los casos no los hace ganar terreno en materia de derechos humanos, simplemente hacen una "catafixia" ya que ganan unos pero pierden otros, como el derecho a un trabajo seguro, a un sueldo digno o a la no discriminación (por parte de las propias autoridades y de algunos otros de los habitantes del lugar al que llegan).

Levanto la voz y pido un aplauso para un hombre que hizo lo correcto a pesar de que eso no está de moda, que fue fiel a sus principios y que sigue luchando desde su trinchera para hacer de este mundo algo mejor, y que su testimonio seguramente rendirá frutos al inspirar a un pequeño de 5 años a seguir el ejemplo de rectitud, honestidad y esfuerzo personal de un héroe en la familia: su padre (un privilegio que pocos hemos tenido en esta vida, yo soy una de esas personas afortunadas ya que en mi caso mi familia se conforma por varios de ellos, y en esa evidencia baso mi lucha cotidiana por hacer de este mundo un lugar en el que valga la pena vivir, alcanzar los sueños y encontrar razones por las que el mundo no apeste tanto).

domingo, 10 de agosto de 2008

Condena

Y entonces ella lo miró, preocupada por la distancia palpable en la mirada de él, era fría, como la que usaba con todos, a excepción de ella... hasta ese momento.

La mirada era triste, lejana y analítica; muchas veces la razón está peleada con los sentimientos. Ella le preguntó "¿qué tienes?", un par de lágrimas rodaron por sus ojos y el eco del silencio se expandió por la habitación, se le cerraba la garganta, ¿cómo decirle que se iba?, ¿que desde hace tiempo él se había sentido tan solo como ella habido dicho sentirse hace unos minutos (sin razón)?, ¿Cómo confesarle que le tenía miedo?, un miedo indescriptible, que no podía definir si era miedo a ella ó a que lo que sentía por ella le hiciera abandonarse de sí mismo.

Simplemente sostuvo la mirada y le respondió: "Hay cosas que no tienen remedio", ella le preguntó con interés y un boceto de amor en sus ojos: "Cómo cuáles?", él mantuvo el hielo en sus ojos y le dijo "tú proyecto de vida y el mío son opuestos, es como cuando alguien está condenado a pagar una condena con la vida, aprovecha cada día y trata de disfrutarlo, pero al final sabe cómo terminará todo, lo mismo pasa con nosotros". Ella reaccionó diciendo: "pues caminemos hasta donde tengamos que llegar", las lágrimas de él se enjugaron y sólo dijo: "así es, sé que no lo puedo cambiar y lo acepto, pero esa realidad está conmigo cada día es como un pinchazo que a veces duele más que otras, pero sé que es así". Ella preguntó "¿algo más? y el vió que las ideas, sentimientos y palabras se arremolinaban para salir y decirle: "Claro que sí, la próxima vez que me veas triste y pensativo, no me preguntes qué me pasa, recuerda esta conversación y respóndete a tí misma" en cambio guardó silencio e hizo un gesto de negación con la cabeza.

Salió de la habitación y comenzó a escribir, mientras tanto yo había sido testigo mudo de esa discusión cuando limpiaba las ventanas de la recámara en el edificio de enfrente.

martes, 5 de agosto de 2008

Gastrosexuales

Durante el proceso evolutivo hemos visto el surgimiento de nuevas sub-especies humanas como los "emos", los "indies", y los "metrosexuales", ahora surge un nuevo término que me ha desatado esa tendencia a complicarme la vida pensando: los gastrosexuales.

Revisando un periódico hindú, encontré un reportaje que habla sobre esta nueva tendencia, la palabra "gastrosexual" se aplica a aquellos hombres que pretenden seducir a una mujer a través de sus dotes gastronómicas, es decir, tienen "mundo" (que en otro post invitaré a la reflexión sobre esta expresión) en lo que a cocina se refiere, no solo conocen lugares sino que conocen la forma ideal de preparar platillos que hacen que a sus prospectos se les caiga la baba.

Es muy curioso ya que esta invasión de los hombres en los fogones se dio a partir del auge de la fama y prestigio de chefs internacionales (aparte de que los hombres tienen muy buen sazón, el problema es que son pocos los que se atreven a sacudirse la flojera y descubrirlo).

Actualmente los rangos de edad de los alumnos de gastronomía oscilan entre los 18 años (cuando tienen su primera novia) hasta los 59 (edad en que se están divorciando o que buscan al 'amor verdadero').

De acuerdo a una investigación en el Reino Unido, la habilidad de un hombre para cocinar es un factor fundamental para atraer a una mujer, junto con el salario, estatus, personalidad y apariencia.

Es muy curioso porque el incremento en el número de mujeres que trabajan tiempo completo ha contribuido al surgimiento de los hombres gastrosexuales.
Otro factor importante de acuerdo al sociólogo australiano David Chalke que ha llevado a los hombres a aprender a cocinar es que se casan a edades postreras por lo que si no quieren alimentarse únicamente con atún en lata o carne asada, es necesario que mejoren sus dotes.

¿Dónde están los gastrosexuales?
Esa es la pregunta del millón de euros, ahora que si esto de los hombres fuera como la tecnología, antes de quedarme con un gastrosexual prefiero esperarme seis meses para que salga el modelo 'upgrade' que sea 'asistentosexual' así ya podría echar las campanas al vuelo por haberme sacado el premio gordo.

Ahora viene a mi cabeza la imagen de hace unos años en Tajín cuando compartí una frase que me permite ratificar algo que está en mi Top 10 del hedonismo: "Yo prefiero una buena comida y una buena conversación".

viernes, 1 de agosto de 2008

Agua Tratada

Salí a dar un paseo en bicicleta, el termómetro de la farmacia de la esquina marcaba 36°, llevaba media hora pedaleando y era necesario descansar, pasé por un camellón que tenía los aspersores activos para refrescar el pasto y me dejé seducir por la imagen.

En ese momento cerré los ojos y estaba en la Facultad de Periodismo, pude recordar a Karisma, ¿Dónde estará ahora?, reviví todas las tardes que pasabamos platicando entre clases, como me contaba sus visiones políticas del mundo y sus teorías de la conspiración universal, componíamos canciones y escribíamos letras de poemas absurdos dedicados a los cinturones y saleros; emprendíamos nuestras "campañas de orientación vocacional" para motivar a la gente a que estudiara otra cosa y todo parecía sencillo.

Un día me dijo: "¡No tienes calor?" mientras sus mieles ojos resplandecían, miré de cerca los aspersores que regaban los jardines de la facultad y no le dí tiempo de reaccionar, la tomé entre mis brazos y la llevé en medio de gritos y carcajadas a las improvisadas fuentes, nos mojamos y nos reíamos, eramos amigos y nada era complicado entonces.

Iniciamos un ritual que se repetía cada vez que estabamos cerca y algún aspersor nos rodeaba, algunas veces variaba, ella tomaba la iniciativa y emprendía una danza evitando el chorro y yo terminaba abrazándome a ella esperando ese momento en que ambos nos mojáramos, protegiéndome con su cuerpo de la "lluvia artificial".

Al final ella quedaba hecha una sopa y yo un poco salpicado, a veces yo me empapaba y ella sólo reía, el problema vino un día en que entramos a clase y me dijo: "que mal huele, no?", le respondí con mirada de asombro y un signo de interrogación en mi cara; me acerqué a ella como un niño cuando hace una travesura y le confesé al oído: "somos nosotros". Su cara fue inolvidable, una mezcla de diversión, bochorno y pánico, todo agolpado a la vez, solamente alcanzó a articular una pregunta: "¡¿era agua tratada?!"... y se hizo el silencio.

El tiempo ha pasado, yo estoy en otro continente, mi realidad es completamente distinta y no sé que sea de ese cuerpo ágil que albergaba una mentalidad muy aguda con ojos cautivadores, lo que sí se es que ahora entiendo lo que sintió ella al enterarse que el agua en la que mucho tiempo estuvo "disfrutando, refrescándose y dándole toques de magia a su realidad" en realidad era agua del drenaje sometida a los mínimos tratamientos depurativos para hacerla provechosa para las plantas, pero no para consumo humano... esa misma sensación es la que tengo yo en este momento cuando pienso en el sentimiento y la relación que he mantenido con quien duerme al lado mío todas las noches.

Al final parece ser que en esta vida todo son ilusiones.